domingo, 8 de mayo de 2011

Hoy en día el señorío es un lastre.

Desde que el ser humano es civilizado siempre ha basado su conducta en una serie de valores. Los valores, trasladados al mundo del fútbol, son aspectos que te hacen decantarte por ser de un equipo u otro, es decir, tú te puedes de hacer de un equipo por su forma de juego, por un jugador que tiene y te encanta o por varias cosas de este corte. Pero el juego, el estilo o esos jugadores que admiras son efímeros. Los clubes son reciclables y el tiempo es un enemigo fuerte contra el que no se puede luchar.

Por eso es primordial a la hora de elegir tu equipo que mires más allá de la fotografía actual del mismo, que intentes observar sus valores. Por eso me hice del Madrid. Nuestro club es un club señor, no podemos tener la más mínima duda, aunque hoy en día algunas veces no nos guste todo lo que vemos, pero si lo somos. Nosotros hemos criado en la cantera a jugadores como Álvaro Arbeloa (auténtico trabalenguas para los periodistas). Arbeloa terminó el partido de la vuelta de la Copa de Europa en el Camp Nou y se fue a vestuarios, se cambió, se duchó, se vistió, preparó sus cosas y se fue a la puerta del vestuario del Barcelona para felicitar a todos sus rivales. No se los encontró o les felicitó en el campo, él los felicitó donde creía que los culés lo merecían. Y no eran momentos fáciles, ya que seguramente estaría igual de indignado que todos los madridistas al ver que el árbitro, y solo el árbitro, nos había negado la ansiada décima. Pero es que tener valores es una virtud, una ventaja. ¿O no?



Durante décadas yo pude presumir del señorío del Madrid, incluso recientemente, cuando Florentino Pérez prohibió hablar sobre los árbitros. Pero eso no nos sirvió de nada. Vi a Florentino no llevar a los despachos una jugada en la que el árbitro pitaba, parando el juego, pero daba gol en la continuación de la jugada, la cual ya no valía. Si hubiese reclamado, nos hubiesen dado el partido por ganado, pero antepuso la imagen del arbitraje español a sus intereses. Pero eso ya no vale para nada. Yo he visto un Bernabeu que se comporta de forma ejemplar, un estadio donde tirar objetos al campo es algo muy poco frecuente, y aun digo más, lo que más me gusta es que cuando nos encontramos en el campo con algún suceso desagradable de estas características, el madridismo ve con buenos ojos la sanción correspondiente, lo cual choca con otras aficiones que tiran cochinillos y botellas de whisky al campo, y aunque no son sancionados, se quejan amargamente del trato que se les da. Nosotros no somos así. Pero esto no nos sirve de nada.

El señorío del Madrid, en ojos de los antimadridistas, es algo que cuando es evidente no es motivo de felicitación, pero que cuando no está presente siempre se usa como arma implacable. Este año Mourinho ha conseguido que escuche mil y una veces nuestra falta de señorío, como si ese fuese el argumento perfecto para engrandecer al Barcelona. He oído decir que Mou se estaba cargando la imagen del Madrid, Cruyff dijo, incluso, que era Florentino. Según ellos, se están cargando la imagen que creamos durante 107 años en tan solo 9 meses. Una imagen que nunca fue motivo de admiración culé. Y es que, para nuestros enemigos, la falta de señorío en nuestro club es un motivo flagrante de desintegración futbolística.

Mientras tanto, en la ciudad de la hipocresía, el aficionado culé no tiene ese problema. Ellos no han perdido el señorío, ya que nunca lo tuvieron. Ellos siempre han tenido un comportamiento bochornoso como público, y así siguen. Siempre tuvieron directivos faltones, y así siguen. Y siempre llevaron la hipocresía por bandera, y así siguen. ¿Es digno hablar de falta de señorío cuando tu entrenador se queja de decisiones arbitrales acertadas, cuando protestan por el tamaño del césped, cuando sus jugadores fingen agresiones con constancia hasta de compañeros de selección, cuando su estrella pega balonazos a la afición rival, cuando sus porteros suplentes agraden a jugadores y delegados rivales o cuando sus jugadores insultan con motivos racistas a los rivales, sin que nadie del club se disculpe ni pasados once días (a fecha de hoy)?¿Eso es señorío? Eso es una vergüenza y una demostración más de la hipocresía que se destila en el club culé. Un comportamiento indigno, criticable, bochornoso y lamentable, eso es lo que es. Pero claro, ellos si están bien vistos, su comportamiento es ejemplar, aunque nunca hayan dado síntomas de señorío. Pero es que hoy en día el señorío es un lastre.