viernes, 29 de abril de 2011

El falso madridista, nuestro peor enemigo.

Durante varios años voy observando la existencia de un ser peligroso, que se oculta bajo el calificativo de madridista y que no lo es. Es el falso madridista, aquel que se apunta a la celebración de turno cuando el Madrid logra un título y que cuando perdemos se dedica a despotricar de la plantilla, el entrenador y hasta el utillero. No hay nada que odie más que al falso madridista.

A mí el Real Madrid me hace felíz siempre, me alimento de su historia, de sus logros y de sus valores, no solo del resultado de último partido o de quien declaró esto o aquello. El Real Madrid se ha forjado a base de títulos, de grandes directivos y de los mejores jugadores, y eso merece todo mi respeto. Por eso cuando escucho al falso madridista criticar al equipo, en realidad veo a un aficionado que un día vio como el Madrid ganaba un título y se enfundó la elástica blanca, pero que no entiende lo que un club como el Real Madrid significa para la historia del fútbol.

Yo voy a defender a mi equipo siempre, pase lo que pase, y lo seguiré a todas partes lo entrene quien lo entrene, lo dirija quien lo dirija y juegue quien juegue, porque el escudo y el club está por encima de las personas. El Madrid me ha regalado momentos inolvidables junto a mis amigos, en la televisión y en el estadio, sensaciones únicas que nunca olvidaré, he saltado, gritado y he llegado a emocionarme con algunos de esos goles que firman una remontada, por eso creo que no soy nadie para criticar a un club que me ha dado tanto.

Un madridista nunca olvida estas cosas, por eso defendemos siempre a nuestro club, en las buenas etapas y en las no tan buenas, porque sabemos que el Real Madrid siempre vuelve, siempre tendrá una historia y siempre nos hará felices.

En cambio ese ser al que desprecio, el falso madridista, daña la imagen de nuestro club atacando a nuestros jugadores y a nuestro entrenador cuando las cosas no van bien, olvidando la esencia del madridismo, que no es ni mas ni menos que la fe en la victoria y el respeto al escudo.

Os animo a desenmascarar al falso madridista, hacedle ver la grandeza de nuestro club y todo lo que nos ha dado a lo largo de su historia.

Nuestro equipo, gane o pierda, siempre será nuestro equipo.

Poco a poco todo vuelve a su sitio. Está siendo lentamente porque el rival es duro, pero las cosas van tomando otro cariz. El Real Madrid vuelve a ganar títulos. El madridismo vuelve a ser alimentado con lo único que de verdad le nutre, los campeonatos. Además hemos ganado como unos señores, ganando los dos partidos de la eliminatoria contra el Sevilla y los dos contra el Atlético, pero sobre todo, ganándole al Barcelona en una final épica, en la que jugamos mejores que ellos en la mayor parte del tiempo. Además, en los tres últimos partidos que hemos jugado contra el Barça no hemos encajado ni un solo gol con once jugadores, mientras que nosotros a ellos les hemos metido dos, que además los metió Cristiano Ronaldo, nuestro ídolo y al que acusaban de borrase en los grandes partidos, lo cual, por cierto, no es ni más ni menos que una mentira, ya que no creo que se borre alguien que ha marcado en finales de Copa de Europa, semifinales, cuartos, en su casa, fuera, etc.

Pero no solo por eso vuelven las aguas a su cauce. Resulta que Barcelona ya no es la niña bonita del fútbol mundial. Su presidente mete la pata en sus declaraciones (aunque esto nunca dejó de ser noticia). La directiva vuelve a tener esa madriditis que tanto explotó durante toda su historia. El entrenador se queja, se enfada, hace ruedas de prensa bordes y se protesta por la longitud del césped y el buen hacer de los árbitros. Pero lo que más llama la atención, sobre todo basándonos en la estadística que dije antes sobre los cero goles en tres partidos contra once jugadores a favor del Barcelona, es que sus jugadores se hayan alejado tantísimo del fair-play.

Abrió la veda Messi, con un pelotazo a la grada fruto de la frustración de ver que no podían llevarse un partido que ganaban contra diez. Después vinieron las mil y una acciones teatrales y desleales que han realizado varios de sus jugadores, algunos de ellos siendo reincidentes. El video no deja lugar a dudas, mostrando lo que todos los cules miran con vergüenza, la farsa del Barça.



La última perla de los culés ha sido la despreciable acción de Busquets con Marcelo, el cual, después de fingir una agresión como ya ha hecho mil y una veces, se dedicó a llamarle “mono” al jugador madridista. Una vergüenza lamentable, no solo el que lo haya hecho, si no que no haya pedido perdón ni él, ni su entrenador ni la directiva. Es más, hasta los aficionados, en cuanto a lo que yo vivo, tampoco son capaces de decir que es lamentable lo que ha hecho. Ninguno de mis contactos blaugranas, repito, ninguno, ha comentado nada negativo sobre Busquets. Patético.

Y todo vuelve, lentamente pero vuelve, a su cauce también por la actitud de la afición blaugrana. Estos datos que voy a dar a continuación no son ni más ni menos que lo que yo vivo, lo que yo palpo de mi entorno, y es sin duda mi percepción de las cosas. Durante los 10 días en los que los culés se han visto sometidos al Madrid, y hablamos solo de 10 días, se han borrado del mapa. Han desaparecido. Ni mensajes en Tuenti o Facebook, ni camisetas por la calle. Ni conversaciones en los bares, ni banderas en los balcones. Después del partido de Copa de Europa, el cual se ganó con una imagen bochornosa, ya se han vuelto a ver motivos barcelonistas en los medios indicados. Una vergüenza, se esconden como siempre han hecho. En cambio, y para muestra un botón, la afición madridista sigue enamorada de su equipo, gane o pierda, juegue mejor o peor, nuestro corazón merengue siempre late madridismo y siempre presumiremos de ellos sople el viento que sople. Como he dicho, aquí una muestra, un video que me ha mandado nuestra seguidora de Tuenti, Miriam de Castellón de la Plana la cual proclama su madridismo seguidamente despues de perder en Copa de Europa (por cierto, agregadnos: el seguidor del madridismo). Gracias Miriam. Hala Madrid amigos, porque nuestro equipo, gane o pierda, siempre será nuestro equipo.

jueves, 28 de abril de 2011

A quien le guste el arte dramático, que vaya al teatro.

Hay que ser fiel a nuestro himno y por eso mismo debemos dar la mano cuando perdemos. A mí me gusta ser el primero en felicitar al rival cuando nos ganan, y mis amigos más cercanos saben que no miento. Pero es verdad que hay cosas que indignan, y lo que pasó anoche fue una de ellas. Si un árbitro en un momento puntual hubiera expulsado a Pepe por la entrada de anoche, se hubiera equivocado. Hoy estaríamos indignados, en menor medida, pero lo estaríamos. Pero lo que más nos quema no es un error puntual del árbitro, lo que más nos quema es una premeditación, una alevosía en la actitud del Barcelona. Cuando hablo de alevosía hablo en su acepción de perrería. No puedo soportar ni un segundo más a la gente que dice que el Barcelona practica el juego limpio, porque no es así.



En este video se ve claro como no le toca, pero tambien obervamos nítidamente la actitud culé. Lobo Carrasco "no le toca pero en el campo lo parece", Quim "juego peligroso y hay juegos peligrosos que..." y Cristina Cubero, la mas patética de todos, dice "hasta que no vea una imagen en la que se vea contacto no digo nada", e incluso, cuando se ve la primera imagen en la que no le toca se le escucha decir "¡si hombre!". Junto a estas memeces, también hubo mucho silencio, momentos en los que la verguenza se apoderó de ellos.

El actual Barcelona es un cúmulo de actores, farsantes y mentirosos que tocan el balón a las mil maravillas. Pero intentar engañar al árbitro, intentar perjudicar a un compañero de profesión dejándole en mal lugar, mediante artes que no son propias del fútbol me parece lo mas ruin que se puede hacer. Me parece totalmente indignante. Son actos desleales con este deporte, acciones que están al margen del juego limpio. Igual que opino que una agresión es peor que fingir, también opino que una actuación meritoria de Oscar como las que nos tiene acostumbrados el equipo blaugrana es mucho peor que pegar una patada floja, un empujón o un agarrón, y estas acciones si son amonestadas como deben. La increíble dramatización de Alves, al cual sacaron en camilla tras una acción en la que ni le tocan, es una de las mil perlas de antideportividad que han empleado los jugadores culés en los últimos Madrid-Barsa. Y no solo sus jugadores.

Sin pararnos a analizar todos los partidos, me vienen a la cabeza las siguientes actuaciones. Pep Guardiola, el gurú del fútbol, se echa las manos a la cara en la ida de Liga tras un empujón de Cristiano, dejándose en evidencia y provocando una trifulca. En ese mismo partido, Busquets, un habitual de la teleindiscreta, finge que es agredido como ya hiciera en semifinales de Champions contra el Inter. Villa finge en la final de copa, exagerando un pisotón leve y sin intención ante su compañero de selección, Arbeloa. Busquets vuelve a repetir en la final de Copa y en la ida de la Champions, intentando engañar al árbitro en jugadas en las que no había pasado nada. Pedrito también haría de las suyas en un encontronazo con Arbeloa, llevándose las manos a la cara como si hubiera agresión cuando había solamente un choque de hombros. Esto último irritó tanto a Pinto que intentó agredir a Arbeloa. Bueno, pues como estas actuaciones hay mil más, y ninguna de ellas fue sancionada con tarjeta amarilla como merecen. Pero voy a meter un poco mas el dedo en la yaga. Si veo patético, lamentable y bochornoso este tipo de actuaciones tan premeditadas, tan flagrantes y tan irrespetuosas con el equipo rival, el árbitro y la afción, aun las veo mucho peor cuando intentas que el castigado injustamente sea tu compañero de selección. Pedro, Villa y Busquets me parecen la vergüenza nacional, un mal ejemplo para todos, y creo que deberían ser castigados como merecen. No insinúo que vayan al garrote vil, pero si que les sancionen de alguna manera que deje de manifiesto que su comportamiento es indeseable. Aunque se que no les pasará nada de nada.

Por eso estoy harto. No puedo tolerarlo más. No puedo soportar que se ataque a nuestro club, al madridismo, que se rían de nosotros. Yo estoy cansado, y ojalá esto cambie pronto, porque nosotros amamos el fútbol y también el arte dramático, pero a quien le guste el arte dramático, que vaya al teatro.

miércoles, 27 de abril de 2011

Se nota tu superioridad cuando se teme hasta tu césped.

Un equipo se construye a base de trabajo. Trabajo realizado por operarios, directivos, cuerpo técnico, jugadores del primer equipo, del segundo equipo,… y un sin fin de personas. También es vital la economía. Cuanto te gastas, por cuanto vendes, como te promocionas, merchandising y tantos otros aspectos. En un equipo se mira el estado físico, se mira la táctica, la técnica,… resumiendo, que el éxito total de un club es muy difícil de medir.

Por todo esto, al principio me enfadaba sobre manera cuando escuchaba a los culés hablar de la longitud del césped del Bernabeu. Si, si, el césped. Hemos visto derbis en campos de patatas, con topos, con balones saltarines y otros que se quedaban frenados en los charcos. Hemos visto césped verde, césped marrón, césped con mecheros, móviles, botellas de JB y cabezas de cochinillos. Todo eso ya lo habíamos visto. Pero ahora viene el factor determinante, el factor que echa por tierra todos los aspectos que he puesto en el primer párrafo y todos los que he dejado sin poner: la longitud del césped. Da igual que esté en perfectas condiciones, ahora lo que se lleva es quejarse de eso. En can Barça hay una pasarela. Lo último en moda. En ella desfilan todos los iluminados del entorno barcelonista, y en ella se crean las tendencias que se llevarán, en este caso, en la temporada de primavera-verano. Y el último vestido que ha causado sensación es el del tamaño del césped. No nos engañemos, hay muchos más diseñadores, podemos encontrar el “Pepe es agresivo”, el “Mou falta al respeto” y el “Cristiano ha marcado, pero es muy chulo”. De todas las tendencias, la que mas me ha llamado la atención es la de “es que el árbitro pitó adecuadamente”, algo que nunca se había visto sobre una pasarela. Pero la más ridícula, estúpida y poco argumentada de todas es, sin duda, la de “el césped está muy alto”.

No digo que no influya, seguramente se note la diferencia, pero con tres puntos me gustaría demostrar el por qué de mis acusaciones. El primero de mis motivos ya lo he dejado entrever, y es que si estamos acostumbrados a terrenos de juego con calvas, topos y charcos, a autenticos barrizales, no creo que esto sea ni mucho menos más determinante. Por otra parte, como segundo punto, tenemos que lo que se hace es legal, es decir, se vuelven a quejar de que algo es tal y como puede ser, tal y como está permitido. No hay nada ilegal, indigno o inmoral en ese tamaño del césped. Por último, y como colofón, el tercer punto, el punto que define lo que es una idea razonable de lo que es una excusa al sentirse inferior. Resulta que el césped del Bernabeu está alto, y por eso empatamos a cero en Liga. En Mestalla se jugó con un césped idílico, un césped cortito, cortito. Al gusto culé. Allí les ganamos 1-0. Allí les ganamos un título. Así que yo me replanteo ¿Queréis que cortemos el césped? Por mi, ¡de acuerdo!

Es obvio que el barcelonismo esperaba otra cosa. Espera cuatro partidos para su historia, pero están viendo como el Madrid he hecho bien los deberes, ya les ha dado dos sustos, les puede dar alguno más y, además, les hemos robado un título, así que aquí sale el verdadero llorón. Siempre digo que el llorón no es el que se queja de algo grave ocurrido en su contra, el llorón es el que se queja de cosas como estas, cosas ridículas en un mundo como el del fútbol en el que hay tantísimos aspectos que influyen una barbaridad. El auténtico llorón se queja de cosas como el tamaño del césped, pero eso habla bien del temor culé, habla bien del nivel madridista, y es que se nota tu superioridad cuando se teme hasta tu césped.

No hay nada más divertido que el nerviosismo culé.

Desde que nací siempre he vivido el fútbol de una forma muy intensa, siempre fui muy pasional. Recuerdo mil y una conversaciones sobre este deporte, sobre jugadores y sobre mi equipo, el Real Madrid. Pero mi club no siempre tuvo las mismas características, no. Es decir, siempre gozamos del respeto y la realidad absoluta de ser los mejores, tanto históricamente como en la última década, cojas el espacio temporal que cojas, pero no siempre tuvimos las mismas características institucionales. Han pasado varios presidentes inolvidables como Mendoza, Sanz o el mismísimo Florentino, y cada uno ha tenido su librillo. Pero si miramos al otro lado del río futbolístico podemos observar más o menos lo mismo en Can Barça. No en cuanto a riqueza futbolística, ahí el Madrid no tiene parangón, pero si en cuanto a sus directrices institucionales.

El Barcelona siempre fue un equipo que se miraba en el espejo e intentaba ver reflejado al Real Madrid. Yo me miro a diario en el mío y nunca he visto a Geoge Clooney, ¿Sabéis por qué? Porque no soy George Clooney. En el fondo sabían que no era posible ser como el Madrid, sabían que nunca llegarían a ser como nosotros. La envidia les corroía, les carcomía el cerebro y no les dejaba pensar con claridad. Pero ha llegado otra época, institucionalmente igual de lamentable, que es la instaurada por Laporta y tristemente cada vez más continuada por Rosell, pero con un Guardiola sublime. Capaz de enamorar al barcelonismo. Un entrenador que entre flato y flato siempre tiene una frase elocuente que decir. Es la Biblia blaugrana. Y entiendo que así sea. Pep es un gran entrenador y, en la mediocridad histórica del Barça, es un oasis de sabiduría. Pero ese oasis es solo un espejismo. Tres años de buen fútbol se han visto empañados por dos simples partidos. Han bastado un empate y una victoria por la mínima para que vuelva a salir la esencia culé. El culé es un espécimen que no ve más allá de su propia nariz. Controla el tiempo, indicando que títulos o logros son antiguos o nuevos según su antojo. El culé solo valora su fútbol, y más allá no hay porterías, cal ni jugadores. El culé de verdad valora la posesión de balón por encima de los títulos, y ve fantasmas hasta en las buenas decisiones arbitrales.

Pero aquí estamos, con la ayuda que nos brinda Internet y el privilegio de que nos podáis leer, para darle un puntazo en la boca a aquellos que no se limitan a opinar, si no que intentan envenenar nuestras mentes madridistas. Para ello voy a empezar a dar azotes, como el Azote Blanco que soy, a todos los que crea que se lo merecen, dentro de ese entorno azulgrana que se niega a abrir los ojos, y tiene, lamentablemente, cierta influencia en la sociedad. Y el primero de todos mis azotes será para Lobo Carrasco.


Todos conocéis al Lobo. Es ese ex jugador culé de cara enjuta que se dedica, entre otras cosas, a hablar en Punto Pelota. Es un habitual en estas charlas, y un habitual usuario de la mentira culé. La otra noche le escuché decir: “he visto algo que no había visto en la historia del Real Madrid, y es que tiren un título”. Se refería a la Liga, y pretendía decirnos que el Madrid, en un partido en el que en la primera parte creó el doble de ocasiones que el Barsa y el cuádruplo número de corners a favor, y que remontó tras cuarenta minutos con uno menos, había tirado el partido. Mou regaló un partido en el que sacó a todos sus titulares y que el Barsa no fue capaz de ganar con uno más. Él lo daba por hecho, y decía que eso lo habíamos visto todos con una sonrisilla mas típica de Clint Easwood que de un futbolero, y que no ayuda nada a valorarle como crítico futbolístico. Lobo, no nos engañas, no nos interesas, no nos manipularás. Eres el mismo que dijo que Preciado no tiró el partido de liga contra el Barsa del que se quejó Mou, y en el cual saco a más de medio equipo suplente ¿Pero nosotros si lo tiramos? Eres el mismo que dijo que Mou no sacaría en el Camp Nou el equipo que acabó sacando. Eres el mismo que dijo que el fútbol de creación es más fútbol que el de destrucción, haciendo así más futbolista a Salinas y Pizzi que a Hierro y Baresi. Eres un gran mentiroso culé, y sales a relucir, como no, en estos momentos cómicos para el madridismo, muy cómicos, ya que no hay nada más divertido que el nerviosismo culé.

domingo, 24 de abril de 2011

No importan los ojos, las lágrimas siempre son lágrimas.

Siempre que el Madrid pierde tengo que escuchar chistes y más chistes sobre el comportamiento de nuestros directivos, jugadores y cuerpo técnico. Se dice que somos llorones, que tenemos Barcelonitis o que sólo miramos al árbitro. En mi opinión, hablar de estas cosas es normal, es decir, si a tu equipo no le pitan dos penaltis en un partido que se pierde por un gol es normal que hables de la actuación arbitral. Si hablas de tu equipo rival ya que es tu referente a la hora de evaluación de tu club, también es razonable. La cuestión es tener razón en lo que se dice.

Pero cuando las lágrimas cambian de ojos la cosa cambia. El doble rasero sigue presente, seguimos pensando que las lágrimas en ojos madridistas son motivo de escarnio mientras que en ojos culés pasan desapercibidas. Pero Guardiola es capaz de llorar, y mucho. Se queja, y mucho. Por eso me sienta tremendamente mal que la gente se crea todo lo que escucha de bocas con acento catalán. En el partido de vuelta, en Liga, escuchamos a Piqué decir que no es el estilo del Barcelona hablar de los árbitros, mientras que Alves realizaba declaraciones criticando la actuación de los colegiados de aquella noche. Así llevamos varios años, con la mentira en la boca culé y el beneplácito en los oídos de los que las escuchan. Guardiola es el mayor de los mentirosos. Es ladino y sinuoso en sus declaraciones, pero si estás un poco atento podrás localizar la farsa en sus palabras. Pep dijo al final de la Copa del Rey que cualquier cosa que dijera iba a sonar a excusa, así que simplemente felicitó a su rival. Sus palabras le valieron una medalla del juego limpio y los buenos modales. Pero tras el Valencia – Real Madrid resulta que se desmarca quejándose de algo inaudito, algo tremendo y si me apuras desleal y antideportivo que pasó durante la final anteriormente mencionada. Guardiola se queja de que un linier haga su trabajo, ¡pero que lo haga bien! Se queja de un fuera de juego que él mismo reconoce que no fue fuera de juego. Su boca sibilina no engaña al madridismo, pero si nos hace replantearnos cosas.


Mis preguntas a día de hoy son si es que Guardiola quiere que se les pite a favor, aunque sean cosas ilegales. O lo que es peor, a lo mejor es que está demasiado acostumbrado a que esto sea así. Yo no creo en el Villarato, palabra que es usada para la mofa antimadridista, y muchas veces con razón, pero es verdad que después de estas declaraciones del lider culé es como para pensártelo (aunque sigo sin creer en él). Si ahora eres linier y ves un fuera de juego azulgrana, no debes pitarlo, que si no Guardiola llora. Total, una vergüenza.


Pep es un hombre de sangre caliente, y eso a mí me gusta. Es protestón, criticón y capaz de equivocarse como el que más. A mi estos síntomas de humanidad, alejados de la divinidad que le rodea, me encantan. Ya he comentado alguna vez que no me disgusta ver como un jugador se equivoca dentro o fuera del campo siempre que sea por su pasión y dedicación a este deporte, o a algunos colores, y siempre que no sea la norma general. Pero ya hemos visto a Guardiola llamar mentiroso, repetidas veces, en días distintos, al mismo colegiado. Le hemos visto usar el “pinganillo” que usan los linieres para hablar con el árbitro. Le hemos visto fingir una agresión de Cristiano Ronaldo, echándose las manos a la cara cuando no se la había ni rozado, con el posterior bochorno al ver su cara mientras le miraba Xabi Alonso, prácticamente avergonzado. Le hemos visto ser expulsado tras una roja, merecida, de un canteranito en un partido sin importancia. Y es que, para los que no lo sepáis, Guardiola es el jugador de la historia del Barcelona que mas tarjetas rojas ha recibido, lo cual habla de su mala baba.

Pero claro, todo esto no sirve para nada, las lágrimas madridistas siempre serán más visibles que las culés, aunque yo siempre haya pensado que no importan los ojos, las lágrimas siempre son lágrimas.