Una persona me dijo una vez que se puede convertir una mentira en verdad tan solo con repetirla muchas veces. Consiste en inventar algo y decirlo a todas horas, por todas partes, aunque no venga a cuento. El truco está en hacer llegar la mentira a personas que no conozcan el origen de esa mentira, al final de la historia aunque te empeñes en demostrar que aquello era una invención siempre quedará la mentira en alguna parte, y al fin el engaño será completo.
En los últimos tiempos estamos asistiendo a la invención de la gran mentira culé. No es ni más ni menos que fabricar el sentimiento de que el Real Madrid es un equipo violento, quieren convertir al equipo blanco en objeto de todas las iras y en el gran enemigo del fútbol. Todo ocurre de forma progresiva, casi sin que se note, hay que hacerlo así para que sea creíble. En Barcelona son maestros de la manipulación y el engaño, convierten situaciones normales en increíbles episodios infames, incluso son capaces de cambiar el rumbo natural de los acontecimientos gracias a esa prodigiosa forma de actuar. Como si de virtuosos trapecistas del Circo del Sol se trataran son capaces de saltar, brincar, desplomarse, dar vueltas de campana o incluso adoptar los más profundos gestos de dolor en sus rostros para hacernos creer lo que no ha ocurrido. Nos transportan a otra dimensión de la realidad, son capaces de tornar la realidad y hacernos creer justo lo contrario de lo que ocurrió. Hemos visto numerosos ejemplos durante las dos últimas temporadas, como he dicho al comienzo de estas líneas, en los primeros compases de los clásicos apenas se notaba, era el inicio de la gran mentira culé.
Al igual que ocurre con ese seudodeporte por todos conocidos como "Pressing Catch", todos sabemos que lo que estamos viendo es mentira, pero algunos prefieren creer que de verdad está ocurriendo lo que ven. Y como se dice popular mente "miente que algo quedará".
Aunque el elenco de actores esté dotado de unas magníficas cualidades interpretativas todo debe estar coordinado, planificado y bien dirigido. Estamos hablando del director de la obra, éste debe ser una persona fría, calculadora y persuasiva, para que la mentira llegue a todas partes y no se note. Estoy hablando por supuesto del gran gurú del engaño, Pep Guardiola, ese peligroso lenguaraz que envenena con sus palabras cuando los micrófonos no están presentes y que luego sufre lo que podríamos llamar la metamorfosis del gurú, y encandila a todos con su discurso mezquino pero cargado de absurdos tópicos. Este personaje es el más importante de todos y el más complicado de desenmascarar, puesto que actúa allí donde las cámaras y los micrófonos no llegan, contaminando y provocando en cualquier momento de la obra, pero sin que se note. Es el que alimenta a sus actores para que eleven sus interpretaciones hasta límites que podrían engañar a cualquiera.
El gran gurú, que nos deleita en cada comparecencia pública con una retahíla de lecciones de humanidad tiene en su haber el dudoso récord de ser el jugador más expulsado de la historia del Barcelona, todas ellas por protestas al árbitro. Como se puede observar es un director con experiencia en el arte de la manipulación y el engaño, siempre lo ha sido y ahora lo hace a lo grande. Por primera vez en la historia del fútbol hemos visto como el gurú se quejaba amargamente de una decisión correcta de un árbitro, es inaudito. Capaz de poner el grito en el cielo cuando alguno de sus actores sufre el contacto de otro jugador y que salta al terreno de juego cuando uno de sus secuaces de la Massia hace una entrada escalofriante y recibe el correcto castigo por ello.
Una última prueba de que todo esto forma parte de una gran producción destinada a otorgar al Real Madrid el cartel de equipo violento, es que tras todas las supuestas patadas, pisotones y agresiones que desde Barcelona gritan a los cuatro vientos, no se ha producido ninguna lesión o molestia al reparto culé que les hayan impedido actuar en la siguiente función.
Toda la compañía culé está trabajando duro, no solo para jugar bien al fútbol si no para crear la gran mentira culé.