Pasadas unas horas del final de la Supercopa de España, convendría hacer una reflexión sobre todo lo extradeportivo que está acompañando a los clásicos desde el año pasado, manifestado en su forma más intensa en la tangana tras la entrada de Marcelo a Fábregas.
El lado oscuro de la fuerza
Mourinho es el malo oficial que toda gran película necesita. Lleva siéndolo casi desde que era “traductor”. Pero la realidad es que “el tal Mourinho” (como le bautizó con sorna Capello para mayor regocijo de la prensa) está dando sobradas razones para que el madridismo empiece a avergonzarse de su entrenador, por otro lado muy bueno. Si bien maneja la ironía y los tiempos en el ante y post partido de una manera colosal, su impotencia ante la superioridad del Barça está acentuando gravemente aspectos negativos de su conducta que ya conocíamos: mala educación, soberbia, grandilocuencia, tendencia al histrionismo y un punto de agresividad importante.
Mourinho no ha llegado a entender que con lo deportivo está haciendo suficiente para pasar buenos años en el Madrid con una perspectiva de títulos muy razonable. Más allá de partidos puntuales en los que puede que el Madrid haya confundido intensidad con algo de violencia (eso sí, sin lesiones rivales conocidas), el Madrid ha mejorado en defensa, ataque y, ante todo, intensidad. Si él y su cuerpo técnico, una especie de guardia pretoriana barriobajera, se empecinan en poner el acento en todo lo extradeportivo en lugar de en aquello para lo que fueron contratados, el madridismo acabará por darles la espalda. Y perderán la sorprendente confianza que hasta ahora le ha brindado su Presidente.
Ruedas de Molino
¿Por qué el aficionado del Madrid apoya a Mourinho incluso tras los sucesos del partido de vuelta de la Supercopa? Es evidente que Mourinho ha entrado en el corazón del aficionado madridista, tanto de televisión como de abono. Su carácter, la percepción de mejora notable del equipo y que represente la antítesis de Guardiola son ya motivos más que suficientes. Pero a mi juicio el madridismo está viviendo una injusta situación: la actitud del Barça y de la prensa en general nos están obligando a cerrar filas con nuestro entrenador. Sí o sí. No es esta una actitud adolescente o irreflexiva, sino profundamente humana. Ni tan siquiera creo que sea resultado directo en todos los casos de envidia ante los éxitos del Barça.
El madridista no debería transigir con la dicotomía a la que se le enfrenta en cada charla de fútbol. Mourinho, ¿héroe o villano? Gran entrenador que se está equivocando gravemente en las formas, y que de esa manera daña a nuestro club. Le apoyamos porque hay que dar continuidad al trabajo bien hecho, pero le exigimos que se contenga. Nos gusta que sea irónico, lenguaraz, incluso bocazas, no es el primer entrenador que es así, pero no queremos tener a un cantamañanas representándonos. Su actitud pone el foco en el Madrid, esquivando al Barça. Como en política, la primera imagen queda y el que da explicaciones pierde.
Dicho lo anterior, si no se nos debe obligar a comulgar con ruedas de molino en el debate sobre Mou, sería injusto que todo el peso de lo negativo de los clásicos recayera sobre sus espaldas o las del Madrid. A eso me refería con la actitud del Barça y con la prensa. Si después de todo lo que hemos visto más allá del gran fútbol en nuestro máximo rival estos años el único responsable es Mourinho, me atrevo a decir que esa sí es una postura adolescente. El madridismo cierra filas con Mourinho por que le están forzando a ello, se siente dolido con actitudes del Barça y de sus jugadores y con una prensa que sólo mira al Madrid en modo destructivo, que no es capaz de criticar nada de lo que hace o dice la culería.
El buen samaritano
Pep Guardiola, el gesticulador, un endeble y limitado centrocampista con enorme visión de juego y calidad en el pase, protestón, que no paraba de hablar con los árbitros, todo el rato, una exageración, algo que también ha heredado su evolución: Xavi. Es un entrenador con carácter y mal genio que da buena imagen y sabe estar ante los medios. Más educado que Mourinho, claro está, pero pendenciero similar, desliza presiones a los árbitros en cada rueda de prensa; maestro de la unilateralidad de la violencia, con su postura de falsa humildad, con su seny impostado. Que tira la piedra y esconde la mano. Parece que en el partido de marras le dijo tres veces al banquillo del Madrid “sois una banda”, pero en rueda de prensa es él quien hace lo imposible por calmar ánimos. Los calma predisponiendo ante la dureza del Madrid, y sin criticar a ninguno de sus jugadores, ejemplares.
Ejemplares en simulaciones que llevan a expulsar a un rival (Busquets y Alves sobre todo), ejemplares provocadores (Piqué, su manita y sus “españolitos”, que luego se duele porque Mou destroza el fútbol español), protestones con el árbitro (Xavi, Mascherano, Busquets, Alves, Puyol), pendencieros (Villa, Pinto, el sagrado Messias, pelotazos a la grada, escupitajos al pasar por delate de Mou, al que provocó gravemente en los dos partidos de la Supercopa, sobre todo en el segundo). Cosas que los jugadores madridistas ven en el campo, y que no tienen reflejo en la prensa, ni en los árbitros, quienes bajan el rasero de la faltita con el Barça de manera escandalosa.
Vilanova, un segundón de apariencia ascética y que al parecer no para de insultar en el campo, un estilo al mítico Cristóbal Soria del Sevilla. Duras críticas a Mou en El País este verano, diciendo que como entrenador le faltaba haber jugado al fútbol y que nunca jugaría bien. Que salta a por Marcelo de manera sorprendente.
Se equivocan tanto como Mou los seguidores del Barça y la prensa si no ven estas cosas y siguen pensando que tienen enormes futbolistas que además son un modelo (provoca sonrojo una charlatanería sobre el Barça que lleva a filósofos como Shakira a espetar “ojalá el mundo fuera como el Barça”). Quien no vea que Marcelo se lleva una justa tarjeta roja, pero que la tangana la forman Vilanova, Pinto y Villa, que son los que echan el combustible a la misma; se equivoca tanto como el que sigue pensando que Mou actúa correctamente. Mou se equivoca con su niñería del “ojazo”, pero la colleja de Vilanova a nadie le ha parecido digna de estudio. Y si podemos descojonarnos durante años llamando a Mou traductor o “el tal…” porque un gran entrenador se burló de él cuando era un segundón desconocido, por favor, no nos rasguemos las vestiduras cuando él se cachondea de Vilanova.
No es anormal la tensión o malos modos durante y tras los clásicos, es parte del fútbol. Pero que nadie se engañe: la diferencia con la situación de hoy es que hay mucho malestar larvado entre jugadores. Y ahí la responsabilidad es de ambos clubes, ambos entrenadores y de la mayoría de los jugadores de ambos equipos. Pensar que sólo una parte es responsable sí es infantil.
TEXTO: Josemi, seguidor de nuestro blog. Animate a mandarnos tus artículos.
El lado oscuro de la fuerza
Mourinho es el malo oficial que toda gran película necesita. Lleva siéndolo casi desde que era “traductor”. Pero la realidad es que “el tal Mourinho” (como le bautizó con sorna Capello para mayor regocijo de la prensa) está dando sobradas razones para que el madridismo empiece a avergonzarse de su entrenador, por otro lado muy bueno. Si bien maneja la ironía y los tiempos en el ante y post partido de una manera colosal, su impotencia ante la superioridad del Barça está acentuando gravemente aspectos negativos de su conducta que ya conocíamos: mala educación, soberbia, grandilocuencia, tendencia al histrionismo y un punto de agresividad importante.
Mourinho no ha llegado a entender que con lo deportivo está haciendo suficiente para pasar buenos años en el Madrid con una perspectiva de títulos muy razonable. Más allá de partidos puntuales en los que puede que el Madrid haya confundido intensidad con algo de violencia (eso sí, sin lesiones rivales conocidas), el Madrid ha mejorado en defensa, ataque y, ante todo, intensidad. Si él y su cuerpo técnico, una especie de guardia pretoriana barriobajera, se empecinan en poner el acento en todo lo extradeportivo en lugar de en aquello para lo que fueron contratados, el madridismo acabará por darles la espalda. Y perderán la sorprendente confianza que hasta ahora le ha brindado su Presidente.
Ruedas de Molino
¿Por qué el aficionado del Madrid apoya a Mourinho incluso tras los sucesos del partido de vuelta de la Supercopa? Es evidente que Mourinho ha entrado en el corazón del aficionado madridista, tanto de televisión como de abono. Su carácter, la percepción de mejora notable del equipo y que represente la antítesis de Guardiola son ya motivos más que suficientes. Pero a mi juicio el madridismo está viviendo una injusta situación: la actitud del Barça y de la prensa en general nos están obligando a cerrar filas con nuestro entrenador. Sí o sí. No es esta una actitud adolescente o irreflexiva, sino profundamente humana. Ni tan siquiera creo que sea resultado directo en todos los casos de envidia ante los éxitos del Barça.
El madridista no debería transigir con la dicotomía a la que se le enfrenta en cada charla de fútbol. Mourinho, ¿héroe o villano? Gran entrenador que se está equivocando gravemente en las formas, y que de esa manera daña a nuestro club. Le apoyamos porque hay que dar continuidad al trabajo bien hecho, pero le exigimos que se contenga. Nos gusta que sea irónico, lenguaraz, incluso bocazas, no es el primer entrenador que es así, pero no queremos tener a un cantamañanas representándonos. Su actitud pone el foco en el Madrid, esquivando al Barça. Como en política, la primera imagen queda y el que da explicaciones pierde.
Dicho lo anterior, si no se nos debe obligar a comulgar con ruedas de molino en el debate sobre Mou, sería injusto que todo el peso de lo negativo de los clásicos recayera sobre sus espaldas o las del Madrid. A eso me refería con la actitud del Barça y con la prensa. Si después de todo lo que hemos visto más allá del gran fútbol en nuestro máximo rival estos años el único responsable es Mourinho, me atrevo a decir que esa sí es una postura adolescente. El madridismo cierra filas con Mourinho por que le están forzando a ello, se siente dolido con actitudes del Barça y de sus jugadores y con una prensa que sólo mira al Madrid en modo destructivo, que no es capaz de criticar nada de lo que hace o dice la culería.
El buen samaritano
Pep Guardiola, el gesticulador, un endeble y limitado centrocampista con enorme visión de juego y calidad en el pase, protestón, que no paraba de hablar con los árbitros, todo el rato, una exageración, algo que también ha heredado su evolución: Xavi. Es un entrenador con carácter y mal genio que da buena imagen y sabe estar ante los medios. Más educado que Mourinho, claro está, pero pendenciero similar, desliza presiones a los árbitros en cada rueda de prensa; maestro de la unilateralidad de la violencia, con su postura de falsa humildad, con su seny impostado. Que tira la piedra y esconde la mano. Parece que en el partido de marras le dijo tres veces al banquillo del Madrid “sois una banda”, pero en rueda de prensa es él quien hace lo imposible por calmar ánimos. Los calma predisponiendo ante la dureza del Madrid, y sin criticar a ninguno de sus jugadores, ejemplares.
Ejemplares en simulaciones que llevan a expulsar a un rival (Busquets y Alves sobre todo), ejemplares provocadores (Piqué, su manita y sus “españolitos”, que luego se duele porque Mou destroza el fútbol español), protestones con el árbitro (Xavi, Mascherano, Busquets, Alves, Puyol), pendencieros (Villa, Pinto, el sagrado Messias, pelotazos a la grada, escupitajos al pasar por delate de Mou, al que provocó gravemente en los dos partidos de la Supercopa, sobre todo en el segundo). Cosas que los jugadores madridistas ven en el campo, y que no tienen reflejo en la prensa, ni en los árbitros, quienes bajan el rasero de la faltita con el Barça de manera escandalosa.
Vilanova, un segundón de apariencia ascética y que al parecer no para de insultar en el campo, un estilo al mítico Cristóbal Soria del Sevilla. Duras críticas a Mou en El País este verano, diciendo que como entrenador le faltaba haber jugado al fútbol y que nunca jugaría bien. Que salta a por Marcelo de manera sorprendente.
Se equivocan tanto como Mou los seguidores del Barça y la prensa si no ven estas cosas y siguen pensando que tienen enormes futbolistas que además son un modelo (provoca sonrojo una charlatanería sobre el Barça que lleva a filósofos como Shakira a espetar “ojalá el mundo fuera como el Barça”). Quien no vea que Marcelo se lleva una justa tarjeta roja, pero que la tangana la forman Vilanova, Pinto y Villa, que son los que echan el combustible a la misma; se equivoca tanto como el que sigue pensando que Mou actúa correctamente. Mou se equivoca con su niñería del “ojazo”, pero la colleja de Vilanova a nadie le ha parecido digna de estudio. Y si podemos descojonarnos durante años llamando a Mou traductor o “el tal…” porque un gran entrenador se burló de él cuando era un segundón desconocido, por favor, no nos rasguemos las vestiduras cuando él se cachondea de Vilanova.
No es anormal la tensión o malos modos durante y tras los clásicos, es parte del fútbol. Pero que nadie se engañe: la diferencia con la situación de hoy es que hay mucho malestar larvado entre jugadores. Y ahí la responsabilidad es de ambos clubes, ambos entrenadores y de la mayoría de los jugadores de ambos equipos. Pensar que sólo una parte es responsable sí es infantil.
TEXTO: Josemi, seguidor de nuestro blog. Animate a mandarnos tus artículos.
Muy buen artículo ;)
ResponderEliminarGenial!
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