Desde que nací siempre he vivido el fútbol de una forma muy intensa, siempre fui muy pasional. Recuerdo mil y una conversaciones sobre este deporte, sobre jugadores y sobre mi equipo, el Real Madrid. Pero mi club no siempre tuvo las mismas características, no. Es decir, siempre gozamos del respeto y la realidad absoluta de ser los mejores, tanto históricamente como en la última década, cojas el espacio temporal que cojas, pero no siempre tuvimos las mismas características institucionales. Han pasado varios presidentes inolvidables como Mendoza, Sanz o el mismísimo Florentino, y cada uno ha tenido su librillo. Pero si miramos al otro lado del río futbolístico podemos observar más o menos lo mismo en Can Barça. No en cuanto a riqueza futbolística, ahí el Madrid no tiene parangón, pero si en cuanto a sus directrices institucionales.
El Barcelona siempre fue un equipo que se miraba en el espejo e intentaba ver reflejado al Real Madrid. Yo me miro a diario en el mío y nunca he visto a Geoge Clooney, ¿Sabéis por qué? Porque no soy George Clooney. En el fondo sabían que no era posible ser como el Madrid, sabían que nunca llegarían a ser como nosotros. La envidia les corroía, les carcomía el cerebro y no les dejaba pensar con claridad. Pero ha llegado otra época, institucionalmente igual de lamentable, que es la instaurada por Laporta y tristemente cada vez más continuada por Rosell, pero con un Guardiola sublime. Capaz de enamorar al barcelonismo. Un entrenador que entre flato y flato siempre tiene una frase elocuente que decir. Es la Biblia blaugrana. Y entiendo que así sea. Pep es un gran entrenador y, en la mediocridad histórica del Barça, es un oasis de sabiduría. Pero ese oasis es solo un espejismo. Tres años de buen fútbol se han visto empañados por dos simples partidos. Han bastado un empate y una victoria por la mínima para que vuelva a salir la esencia culé. El culé es un espécimen que no ve más allá de su propia nariz. Controla el tiempo, indicando que títulos o logros son antiguos o nuevos según su antojo. El culé solo valora su fútbol, y más allá no hay porterías, cal ni jugadores. El culé de verdad valora la posesión de balón por encima de los títulos, y ve fantasmas hasta en las buenas decisiones arbitrales.
Pero aquí estamos, con la ayuda que nos brinda Internet y el privilegio de que nos podáis leer, para darle un puntazo en la boca a aquellos que no se limitan a opinar, si no que intentan envenenar nuestras mentes madridistas. Para ello voy a empezar a dar azotes, como el Azote Blanco que soy, a todos los que crea que se lo merecen, dentro de ese entorno azulgrana que se niega a abrir los ojos, y tiene, lamentablemente, cierta influencia en la sociedad. Y el primero de todos mis azotes será para Lobo Carrasco.
Todos conocéis al Lobo. Es ese ex jugador culé de cara enjuta que se dedica, entre otras cosas, a hablar en Punto Pelota. Es un habitual en estas charlas, y un habitual usuario de la mentira culé. La otra noche le escuché decir: “he visto algo que no había visto en la historia del Real Madrid, y es que tiren un título”. Se refería a la Liga, y pretendía decirnos que el Madrid, en un partido en el que en la primera parte creó el doble de ocasiones que el Barsa y el cuádruplo número de corners a favor, y que remontó tras cuarenta minutos con uno menos, había tirado el partido. Mou regaló un partido en el que sacó a todos sus titulares y que el Barsa no fue capaz de ganar con uno más. Él lo daba por hecho, y decía que eso lo habíamos visto todos con una sonrisilla mas típica de Clint Easwood que de un futbolero, y que no ayuda nada a valorarle como crítico futbolístico. Lobo, no nos engañas, no nos interesas, no nos manipularás. Eres el mismo que dijo que Preciado no tiró el partido de liga contra el Barsa del que se quejó Mou, y en el cual saco a más de medio equipo suplente ¿Pero nosotros si lo tiramos? Eres el mismo que dijo que Mou no sacaría en el Camp Nou el equipo que acabó sacando. Eres el mismo que dijo que el fútbol de creación es más fútbol que el de destrucción, haciendo así más futbolista a Salinas y Pizzi que a Hierro y Baresi. Eres un gran mentiroso culé, y sales a relucir, como no, en estos momentos cómicos para el madridismo, muy cómicos, ya que no hay nada más divertido que el nerviosismo culé.
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